“I believe in a thing
called love, just listen to the rhythm of my heart”
La semana de Inserción es una
experiencia del programa de liderazgo universitario de las universidades de la
compañía de Jesús, durante esta experiencia los cursantes se insertan (como indica
su nombre) en una comunidad popular urbana con ciertas necesidades
sociopolíticas, que confronte con la vida y que ofrezca la posibilidad de
acceder a varios campos de acción social desde organizaciones, instituciones o
fundaciones ya consolidadas. Fui Coordinador de una de las tres experiencias
del año 2015 y el barrio en que se realizó fue Puerto Rico.
Un mes antes de ir a la
experiencia se iniciaron los planteamientos del horario y la malla a trabajar
en el sitio de inserción. Se analizaron las actividades con sumo cuidado para
evitar caer en banalidades y además transmitir a los cursantes una formación
sociopolítica y empática para disfrutar completamente la experiencia. Durante
este mes mi equipo se comprometió con la creación de un horario acorde al tipo
de trabajo diario en el campo y de la misma forma no agotar a los cursantes.
Durante este mes empezó algo que
nosotros como equipo no veíamos venir de ninguna forma y que ciertamente
fracturó, por lo menos, mi visión de muchas cosas dentro de mi vida. Una
experiencia llena de altibajos desde el mes de asignación del equipo sobrevino
para mí y para mi equipo de facilitación, reuniones que se alargaban y debates
sobre prácticas y experiencias alimentaron la construcción y visión de lo que
sería la experiencia.
El mes anterior a la experiencia
el equipo se preparó de manera exhaustiva para la misma, analizamos lugares
importantes de la zona, que tipo de formaciones debían recibir y la manera en
que queríamos hacerlo. Decidimos, en
conjunto, realizar una experiencia de manera horizontal, de tal forma que todos
viviéramos la experiencia como iguales y esto empatizaría al grupo con la
comunidad.
Llegó al fin el día de la
experiencia y para mi desconcierto, dos de los cursantes decidieron que el
programa no era algo significativo para ellos en su momento, por tanto
resolvieron declinar su invitación a
participar más en el mismo. Esto golpeó al equipo, pero fue una excusa más para
unirnos.
El primer día se centraron las
actividades en conocer al grupo y mostrar mucha unidad dentro del equipo, desde
ahí nació de a poco la “familia”. Las primeras experiencias tuvieron un tinte
sociopolítico alto y de choque para algunos de los cursantes, no solo por las
realidades expuestas, sino por la diferencia de mentalidades expuestas dentro
del barrio, el pensamiento crítico del grupo en general empezó a tomar una
forma y este primer día me dejo más que satisfecho, reconocer la forma y el
momento en que mi equipo empezaba a responder a estas necesidades del grupo me
hizo sentir no solo orgullo sino confianza, con conocimiento de causa que todo
estaba saliendo bien y que además, después de todo lo vivido nada nos iba a
tumbar.
En el segundo día el grupo se
presentó a la comunidad y esto no fue lo realmente importante, durante la presentación
llegaron varios integrantes del grupo que aún no habían llegado, tanto del
equipo como de los cursantes y empezamos la experiencia de manera definitiva.
Aunque antes de esto ya había pistas sobre la magia dentro del grupo, fue desde
ese momento que se multiplicó la misma, y es qué sin saberlo el amor se empezó
a esparcir dentro de todos y asimismo empezó a sembrarse dentro de la
comunidad.
Algo es muy cierto en mi vida y
es qué para encontrar a Dios solo hay que ver la sonrisa en los que te rodean y
dentro de este grupo encontré a Dios en todo momento, y estoy seguro que no
solo Yo me di cuenta de esto, sino que además entre ellos aprendieron a
encontrar fortaleza en la sonrisa y en la felicidad del que está contigo, la
lateralidad de las relaciones, el compromiso con la gente y un llamado al
trabajo dentro de una comunidad se despertó no solo en mi equipo sino en todo
el grupo de inserción, lo que hizo a la inserción fluir de manera poética.
Las charlas y los encuentros
frente a diferentes realidades, el cuidado del ser y hacia sí mismo nos enseñó
a todos muchas cosas, no solo sobre empatía, sino sobre asistencia consigo
mismos y con los que nos rodean, que en este caso era una comunidad abierta a
la discusión y a la comprensión de los distintos roles que se venían a cumplir,
una comunidad llena de una belleza mística que solo se encuentra en la
inocencia de la gente.
Yo venía a cumplir un rol y nunca
creí que terminaría encontrando tal belleza, tanta esperanza y empuje, no solo
de mi equipo y el grupo sino de toda una comunidad, es que en realidad no
vivimos una inserción, porque no necesitamos insertarnos en ningún sitio, ellos
eran nuestros hermanos, nuestras tías, nuestros abuelos, nuestros primos y
sobrinos y es que cuando me di cuenta ya hacia parte de algo mucho más grande,
hacía parte de una familia, dividida por calles, ventanas y escaleras, una
familia con tiendas y restaurantes.
Alguna vez alguien me dijo que
comunión es aceptar a la comunidad y encontrarse en ella y esos fueron nuestros
ocho días en Puerto Rico, fueron ocho días de comunión, ocho días de amor a
flor de piel, ocho días de encontrar a Dios fuera de las palabras y ya en las
acciones.
Es increíble cómo hasta los
sentimientos más complejos se pueden explicar de cierta forma con la biología,
y es que las maravillas del mundo no están en el cemento ni en la ingeniería en
sí, sino en lo común, el amor al igual que un hongo se reproduce por esporas
que están en el aire y dependiendo de las condiciones ambientales estas esporas
germinan y crean células alargadas llamadas hifas, esto podría ser asociado a
los pequeños encuentros y la empatía que se genera (lo que algunos dicen
química), las hifas crean entre si una red que se percibe como una estructura
algodonosa llamada micelio, asimismo se inician las redes en las que
desarrollamos tal vez no una amistad pero si una pequeña comunidad de cuidado.
Es también un milagro que se pase del micelio, porque se necesitan condiciones
especiales, como humedad, sol y un terreno acorde, lo mismo sucede con las
redes de cuidado, no de todas brotan amistades, porque en efecto se necesitan
condiciones muy especiales para esto. Cuando estas condiciones son acordes el
micelio forma los primordios que son etapas tempranas de desarrollo de los
cuerpos fructíferos, estos son la fase temprana del hongo maduro, estos
primordios están cubiertos por una capa protectora llamada velo universal,
asimismo nosotros nos acercamos a los demás, con un velo protector sin mostrar
completamente lo que acontece dentro para así poder generar una confianza desde
el cuidado de mí mismo y del otro, que al cumplir su ciclo deja madurar al hongo
y en este caso al “Ágape” llamado así por los griegos y que denomina el amor
como el cuidado del otro ya que su prioridad es el bienestar de la comunidad.
Puerto Rico está envuelto en
muchas realidades que podrían ser disociativas, pero la presencia de algo tan
poderoso como el amor puede generar una vinculación mucho más allá de lo que se
pude imaginar un hombre cualquiera como yo, que solo conto con la fortuna de
vivirlo con un grupo increíble de personas.
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